viernes, 6 de agosto de 2010

El mate - Arte y tradición* - Museo Nacional de Arte Decorativo

































tapa del catálogo


(Buenos Aires)

Según palabras del Director del Museo Nacional de Arte Decorativo, Alberto G. Bellucci: "Dentro del imaginario argentino y rioplatense el mate, comparte, con el caballo y el tango, un carácter especiamente simpático y placentero. El mate, como la madre, es un Dios sin ateos. Se puede ser o no buen jinete, mateador ni tanguero, pero no es posible dejar de sentir en la propia entraña la vibración de cada uno de esos tres elementos - mate, caballo y tango - que son parte inescindible de nosotros mismos".
El mate, dice Bellucci, es un objeto que combina las bondades de una bebida que suaviza el cuerpo y serena el espíritu, con la maestría de una artesanía secular. Es la bebida de viejos y jóvenes por igual, de hombres y mujeres, de campo y de ciudad. El mate propiamente dicho - de la voz quichua "mati" , vaso o recipiente - es el simple cuenco original de calabaza, posteriormente adornado con virolas, aplicaciones y tratamientos de oro y plata más o menos complejas según el oficio y la fantasía de los orfebres.

Todos los pueblos maduran ciertos hábitos que hacen a su identidad; usos y costumbres que los diferencian de otras comunidades. Tal es el caso de esta infusión que se remonta en sus comienzos a las tierras del Paraguay prehistórico.
La hierba mate, utilizada por los aborígenes Tupí-guaraníes desde tiempos remotos, fue estigmatizada por conquistadores y sacerdotes desde el arribo de los primeros europeos. Atendiendo a que la ocupación de América se llevó a cabo con la espada y la cruz, esta práctica aborigen, vinculada con sus ritos y ceremonias, fue atacada desde varios ángulos. El consumo autóctono de dicha bebida estimulante, obtenida a partir de las hojas de un pequeño árbol silvestre, fue calificada de diabólica y, en los primeros tiempos de la ocupación, combatida con rigor.
Así lo relataron los cronistas de la época, cuyos testimonios describen con lujos de detalles las quejas provenientes tanto de las esferas civiles cuanto de las eclesiásticas. Al menos ésta fue la reacción inicial, ya que transcurridos unos pocos años los propios españoles asentados en las tierras americanas incorporaron a sus hábitos la infusión de la “hierba del Paraguay”, así denominada entre los conquistadores por su lugar de origen y porque la imaginaban proveniente de un arbusto.
En la evolución histórica de esta costumbre, hay que considerar el singular protagonismo que alcanzaron los jesuitas, quienes trabajaron denodadamente para crear la tecnología necesaria para cultivar las plantas del llex paraguariensis en sus propias reducciones, para reemplazar las inhumanas excursiones dirigidas por ávidos encomenderos hacia el interior de la selva, buscando las plantaciones de yerba mate silvestre para realizar la cosecha y transportarla hacia los centros de consumo.
En la muestra se pueden ver mates de plata, de oro y plata, de calabaza, de porcelana, procedentes de Argentina, Brasil, Perú, Chile y Bolivia y de  países europeos.
También hay una instalación del Maestro orfebre Juan Carlos Pallarols y su taller. Y una instalación para  beber la infusión, con plantines de yerba mate.
Curadores de la muestra: Javier Eguiguren Molina y José Eguiguren Molina. Coordinación General Roberto Vega.
La muestra está auspiciada por la Secretaría de Cultura de la Nación, Secretaría de Turismo de la Nación, Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Secretaría de Producción, Turismo y Desarrollo Sustentable del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Comunidad Iberoamericana de la Artesanía (España).

*nota de archivo - publicada en la edición Nro. 44 de la revista

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