domingo, 27 de marzo de 2011

Paula Modersonhn-Becker y los artistas del Worpswede

Paula Modersohn-Becker -Niña campesina en una silla


Paula Modersohn-Becker - Die Gänsemadgd

Heinrich Vogeler - Der Fischer

Heinrich Vogeler -An den Frühling 

tapas de libros expuestos en la muestra


(Buenos Aires)

“La exposición Paula Modersonhn –Becker y los artistas del Worpswede, en el Museo Nacional de Arte Decorativo reúne una serie de obras de la colonia de artistas del mismo nombre. Worpswede es sinónimo de imágenes evocativas del ambiente de los paisajes nórdicos. El nombre remite también a un nuevo movimiento de jóvenes artistas, su alejamiento de los temas académicos tradicionales. Inspirados por la romántica idea de la naturaleza como maestro, Fritz Mackinsen, Otto Modershon, Heinrich Vogeler, Fritz Overbeck y Hans am Ende mudaron sus estudios de la ciudad al campo. Emprendieron el experimento de vivir, trabajar y publicar juntos, experimento que los llevó a fundar una asociación de artistas y a realizar exposiciones conjuntas.
Paula Modersohn-Becker, que se unió a la colonia recién unos años más tarde, fue la que emprendió el camino más radical entre los artistas del Worpswede; el camino al arte moderno. Los pintores Fritz Mackensen y Otto Modersohn le proporcionaron importantes estímulos. Con esta preparación, los impulsos que recibió la artista en París, a través de la obra de Cézanne, Van Gogh y Gauguin, cayeron en suelo fértil. Estos modelos alentaron a Paula Modersohn –Becker a darle la espalda a la reproducción de las apariencias y a buscar la esencia íntima de las cosas. La consecuente simplificación de la forma se verifica especialmente en sus dibujos, a menudo más radicales, que sus pinturas. Si bien su obra es interrumpida por su temprana muerte, revela claramente una inconfundible fuerza creativa que justifica su posición en el arte alemán.
Hasta la fecha, las obras de Paula Modersohn-Becker y la colonia de artistas de Worpswede no han perdido nada de su fascinación; tanto en el ámbito artístico como en la sociedad, la discusión acerca del hombre, la naturaleza y el paisaje ha adquirido aún más actualidas…”.  

Ursula Zeller



Paula Modersohn-Becker

Paula Modersohn-Becker fue la primera artista alemana en introducir influencias de la pintura de Cézanne, Gauguin y van Gogh a su obra. Su camino ha sido solitario y, con pocas excepciones, sus aspiraciones no fueron comprendidas mientras vivió, ni siquiera por su esposo Otto Modersohn. Cuando Paula Modersohn-Becker murió, el 20 de noviembre de 1907, a los 31 años, después de apenas diez años de trabajo creativo, nadie imaginaba la riqueza y el significado de su legado. En muy poco tiempo había creado aproximadamente 700 pinturas, más de 1000 dibujos a mano y 13 grabados al aguafuerte. En vida vendió no más de cinco pinturas y expuso solo dos veces, recibiendo una crítica devastadora por su primer intento en la Kunsthalle de Bremen, en 1899.


Pinturas con niños

Paula Modersohn-Becker pintaba lo que anhelaba. Tener un hijo era su mayor deseo. En sus pinturas los niños son grandes y su apariencia sencilla, a menudo parecen torpes y feos. Carecen de la inocencia infantil, de lo encantador o conmovedor de los retratos infantiles comunes. Las caras de sus niños expresan una expectative indiferente, inconsciente, la verdad cruda de una existencia que aún no ha sido marcada por la vida. La pintura “Niña campesina en una silla” por ejemplo, transmite con la actitud de concentración de la niña y debido a la austeridad de la composición y los colores, una gran seriedad y un cuestionamiento que parece dar lugar a una esperanza ilimitada. Edvard Munch, Oskar Kokoshka y Egon Schiele fueron por caminos similares, pero la concepción de lo infantile en Paula Modersohn- Becker es más íntima y carece de acentuación dramática.
el poeta Rainer María Rilke

Rainer María Rilke y Worpswede

Durante la primavera de 1898, el estudiante de historia del arte Rainer María Rilke, uno de los poetas de habla alemana más importantes del siglo XX, fue presentado en Florencia al ya exitoso artista Heinrich Vogeler, unos pocos años mayor que él. Al poco tiempo de conocerse, Rilke aceptó la invitación de Vogeler a pasar la Navidad de 1898 en Bremen. La primera visita a Worpswede en la mañana navideña de 1898 debe haber impresionado fuertemente a Rilke. La síntesis de arte y vida que presentaba el Barkenhoff de Vogeler se correspondía con el anhelo del incipiente poeta por una vida basada en el arte. La amistad entre Vogeler y Rilke que comenzó en aquel entonces los llevó pronto a trabajos artísticos comunes. Es así que en la Navidad de 1899 se editó el precoz tomo de poesías “Para festejarme”, adornado por Vogeler con motivos ornamentales, y en marzo de 1900 Vogeler ilustró la poesía de Rilke: “Los tres reyes magos”, para la revista Die Insel, que se acababa de fundar.


Clara Rilke-Westhoff y Rilke se mudaron a Westerwede, un pueblo vecino de Worpswede. En un breve y muy intenso lapso creativo surgieron allí algunas de las poesías más bellas de su obra temprana, entre ellas las 34 poesías del “Libro del Peregrinaje”, la segunda parte de “El libro de horas” y la colección de poesías “El libro de las imágenes”, que apareció durante el verano de 1902 con una viñeta de Vogeler en la tapa. El 12 de diciembre de 1901 nació su hija Ruth. Pero pronto las preocupaciones por el sostén diario ensombrecían su vida. Debido a la creciente precariedad económica se fueron aislando de sus amigos de Worpswede, hecho que sufriría especialmente Paula Modersohn-Becker. En esta situación, el director de la Kunsthalle de Bremen, Gustav Pauli, les ofreció ayuda. Por su intermediación, a Rilke le fue encargado escribir una monografía sobre los pintores de Worpswede, el libro que ligó para siempre el nombre del poeta con el pueblo de los pantanos, y popularizó más allá de las fronteras alemanas a los pintores que allí vivían. Fue escrito en Westerwede, en veinte días en mayo de 1902. Significó también su despedida de Worpswede. Durante las primavera tomó la decision de trasladarse a París, y en el verano partió. Clara lo acompañó, pero habían decidido vivir de ahora en adelante como amigos y dedicados enteramente a su trabajo, sin las obligaciones de una casa en común.
La relación con los pintores de Worpswede continuo, sobre todo con Vogeler y Paula Modersohn-Becker. Durante una visita a Worpswede en Navidad de 1905, Rilke reconoció por primera vez la importancia como pintura de Paula Modersohn-Becker: “Lo más notable fue encontrar a la mujer de Modersohn en un desarrollo muy propio de su pintura, despiadada y directa en lo que pinta, cosas muy propias de Worpswede y que sin embargo nadie pudo aún ver ni pintar. Y, en este camino muy propio, extrañamente cercana a van Gogh y su dirección” escribió sorprendido. 

2 comentarios:

Goethe -Institut Buenos Aires dijo...

¡Felicitaciones por la profundidad de las notas de tu blog! Es un placer leerlo, hemos subido esta nota de Paula Paula Modersonhn –Becker a nuestra página de Facebook, ya que es muy interesante.
Faltan cuatro días para que se termine la exposición en el Museo Nacional de Arte Decorativo Av. Libertador 1902, los invitamos a que disfruten de estas obras tan valiosas.
Muchas gracias, saludos!

Araceli Otamendi dijo...

¡Muchas gracias!